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MI PRIMER BONER (en cuerpo ajeno)

MI PRIMER BONER (en cuerpo ajeno)

Hay momentos en la vida que marcan. Recuerdo bien, por ejemplo, mi debut en el intrincado mundo del deseo. El primer objeto lo conocí viendo tele con mis papás, a la tierna edad de nueve añitos: jamás se olvida la vergüenza de, por primera vez, tener que esconderles una erección. La conciencia de mis gustos quedó clara en mi pijama de carritos… viendo una telenovela. Se llamaba En Cuerpo Ajeno. Y Danilo Santos, el protagonista, fue mi primer boner…

Los jóvenes lectores seguramente ignoran que en la prehistoria, cuando las televisiones eran gordas y la antena parabólica, un lujo, la oferta en Colombia se limitaba a tres tristes canales. A las 8 de la noche terminaba lo que se consideraba la programación familiar y comenzaba la de adultos. La obediencia iba por familias, pero a esa hora todos entendíamos el mensaje gracias a un comercial bastante irritante que ahora vuelve ahora en mi cabeza.

“Para adultos”. Eso, en los años 90, significaba televisivamente hablando que había riesgo de ver una nalga, una teta… un pezón ya sí diría que era excesivo. Es innegable la apertura de la sociedad respecto a esas imágenes, aunque sí hay cosas que no cambian: hoy sigue siendo tan incómodo ver escenas hot con los papás cerca como lo era hace treinta años siendo yo el niño que entonces aún jugaba con carritos y Lego. Aún siguen gustando los juguetes, pero otro día hablaremos de ello... Volvamos a Danilo…

En mi casa nunca se siguió mucho la regla de las 8 de la noche. Y me gustaban las telenovelas, lo acepto. Más allá del melodrama por el melodrama, las que se emitían esos años ofrecían cosas que conectaban con el público infantil: incluían piratas, búsquedas de tesoros, fantasmas, peluches con poderes… O muertos que venían del más allá para vengarse y poseían a otros para vengarse… como En Cuerpo Ajeno. ¡Que alguien produzca ya una novela zombie!

No hubo un flechazo con Salvador Cerinza, el personaje de Danilo Santos. El deseo es una cosa que se construye. Mis ojos llegaron allí, sin que la hipersexual Amparo Grisales, la protagonista, pudiera impedirlo. Había algo que en ese momento era imposible que entendiera pero que me empujó a orientar mi vista al campesino casado que había escogido el marido millonario de Grisales para reencarnar y volver de la muerte a pasar cuentas. No era el protagonista guapo y rubio tradicional. Santos era peludo, bruto, pasional... tenía 33 años en ese momento, según Wikipedia, una edad de “señor” habría yo  pensando en esa época.

Y el señor también era modelo. Su fama como actor llegó también de la mano de ser la imagen de una tradicional marca de ropa interior masculina. El machote, con una tanga que a ojos de hoy escandalizaría a más de uno, me interpelaba no solo en la tele sino desde las publicidades y las cajas de calzoncillos en la zona de ropa del supermercado a donde íbamos a mercar. En las pocas imágenes que hay en la red le puedo ver de nuevo con prendas similares y en shorts de lycra…  

Y llegó el día de la verdad. Mi papás y yo en la cama, adormilados con la novela. Nada hacía esperar que una discusión entre los protagonistas, con cachetadas y puñetazos incluidos, terminara en una escena de sexo sudoroso, con telas estratégicamente regadas por el piso para cubrir lo que tocara y mucho saxofón de fondo. La escena era muda y ambos hacían las típicas caras gemir como locos. Recuerdo que la música subía de volumen, un recurso que supongo buscaba transmitir la llegada del éxtasis en la pareja. Y yo me vi cruzando las piernas despacito, intentando disimular que a mí también me estaba gustando mucho.

Tardé años en lograr darle sentido a ese momento. Visto desde el prisma de la actualidad, Danilo Santos calificaría de daddy. Dudo ahora si lo pondría en nutria o musclebear, si nos estuviéramos a las etiquetas con que las apps intentan agrupar los gustos. Son patrones que veo en los hombres que he deseado (y tenido) en el resto de la vida. Sí, he ido buscando a mi Danilo desde siempre. Verle de nuevo tanga también me despierta algunas reflexiones. ¿Qué explica que en menos de 20 años se pasará de considerar sexy a un hombre en tanga a satanizar el destape del cuerpo masculino? ¿Deben los niños ver televisión después de las 8 de la noche? ¿Qué sentirá Danilo ahora que sabe que, gracias a él, descubrí qué es desear el cuerpo ajeno?

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